jueves, 30 de junio de 2016

Todo lo que no te conté- Celeste Ng

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Título original:Everything I never told you
Autor: Celeste Ng
Género: Thriller / Novela de personajes
Traductor: Laura Vidal
Páginas: 288
Publicación: 2014
Editorial: Alba Editorial
ISBN: 97884-90651773 

     Tenéis que darme la razón en esto. A veces sucede que un libro te llama. Ves su portada y te atrae, lees la sinopsis y el corazón se acelera un poco. Sabes que el libro que sostienes en tus manos desprende algo diferente aunque no sabes aún discernir muy bien qué. Luego, lo abres con cautela, lees la primera frase y ya, lo sabes. Esa historia va a gustarte. Va a ser buena. Por último, lo cierras con cuidado no sin antes detenerte a olerlo (sí, es una de mis manías) y te lo llevas a casa. Casi lo sientes palpitar en el bolso. 

"Lydia está muerta. Pero esto aún no lo saben. 1977, 3 de mayo, seis y media de la mañana. Nadie sabe nada excepto este dato inocuo: Lydia llega tarde a desayunar."

       Esto es lo que me ocurrió con Todo lo que no te conté de Celeste Ng. Y no me equivoqué, su lectura me ha fascinado. Un gran descubrimiento que os recomiendo si os gustan las historias donde se van hilvanando o deshilvanando (según se mire) las relaciones entre los personajes. No busquéis, sin embargo, que estos sean extravagantes ni que los acontecimientos sean surrealistas ni fantásticos. Nada que ver. Lo que acontece en esta novela tiene que ver con la vida cotidiana, con las relaciones familiares en una pequeña comunidad. Somos testigos de lo que ocurre a través de los puntos de vista de los personajes y sus vivencias, sus pensamientos. La narradora nos lleva desde el presente al pasado o al futuro. Con este artificio mantiene la intriga y es uno de los juegos narrativos con los que más disfruto de lectura. No os alarméis, no es un lío de ahora, antes y después que os vaya a volver locos todo el tiempo. Nunca pierdes el hilo (ése que se hilvanaba). Por otra parte, y esta es una "artimaña" que reconozco que también me fascina, es el hecho de que una misma historia sea contada desde el punto de vista de los distintos personajes que la conforman. Cada uno de ellos "rellena" un hueco que para el otro había quedado vacío, que le era desconocido. Lo mismo que nos ocurre en nuestro día a día. Todos tenemos recuerdos, puntos de vista, pero si en una reunión con amigos los sacamos a colación es seguro que cada uno lo rememorará de forma diferente, con una sensación y una experiencia que diferirá de la nuestra. Y esto es maravilloso y enriquecedor. Un caleidoscopio vital. 
          
        La sinopsis podéis encontrarla con facilidad. La publicitan como thriller pero ya os digo que es mucho más, trasciende ese límite y aborda temas tan delicados como la integración racial, los problemas entre padres e hijos, los sueños truncados, el papel de la mujer en la década de los 60, 70, etc. En definitiva, las cosas que nunca nos atrevemos a contarnos. La vida late en cada página. Por otro lado, la prosa es una delicia y la lectura es fluida. La autora ha manifestado que a la hora de escribir la historia se ha basado en sus propias experiencias de racismo. 
"Entonces su risa franca chispeaba en aquella habitación blanca, desnuda; mientras hablaba, sin detenerse a tomar aliento, sus manos aleteaban hasta que James las cogía entre las suyas y entonces se quedaban cálidas y quietas, como pájaros descansando[..]"

           No quiero dejar de recalcar que estamos ante una obra debut que ha llegado a ser considerada uno de los libros más importantes según el New York Times en el mismo año de su publicación, 2014. Además, ha recibido distintos premios como el Massachusetts Book Award y ha sido finalista de muchos otros, incluido el Ohioana Award. Además, ha obtenido una muy buena acogida por parte de la crítica y ha sido traducido a quince idiomas, manteniéndose en la lista de los más leídos del año en numerosos países.

Celeste Ng
     Celeste Ng es una escritora y novelista estadounidense. Publica numerosos relatos en periódicos literarios. Su relato Girls at Play ganó un Pushcart Prize en 2012. Creció en Pittsburgh, Pennsylvania, aunque a los 10 años se trasladó a Shaker Heights, Ohio. Sus padres, quienes emigraron desde Honk Kong (China) en la década de los 60, eran científicos. Su padre trabajó como físico en la NASA y su madre enseñaba química en la Universidad pública de Cleveland. Celeste estudió en la Universidad de Harvard. Obtuvo el MFA en la Universidad de  Michigan. Actualmente reside en Cambridge, Massachusetts y está trabajando en su próxima novela, la cual parece que apunta de nuevo a una temática familiar.  Por mi parte, la espero con muchas ganas. Espero que esta novela no pase desapercibida en España.
"¿Qué convertía algo en valioso? Perderlo y encontrarlo"



lunes, 27 de junio de 2016

Libros que me han marcado (I)

         
     El principal problema con el que me encuentro al empezar a escribir este blog son todos los libros que ya he leído y que son formidables. ¿Es posible escribir una reseña de cada uno de ellos?¿Los leo de nuevo? (tarea inconmensurable dicho sea de paso, aunque hay bastantes que tengo intención de releer si el tiempo es benevolente conmigo) A lo que iba, me resulta inconcebible no dedicar ninguna entrada a ESAS lecturas que han sido tan importantes para mí, que han conformado mi humilde universo literario. De este modo, he tomado la decisión de ir hablando poco a poco de esos libros de los que guardo un grato recuerdo lector. Lo iré haciendo poco a poco, desgranándolos con sumo cuidado de mi memoria y sin embargo, son tantos los que se quedarán atrás. 
     Dicen que un lector se hace por contagio, una casa llena de libros y unos padres lectores inducen más fácilmente a un niño a perderse entre las páginas de un cuento. Fijaos si no en el grandísimo Borges, que se enorgullecía más por los libros leídos que por los escritos. No fue ese mi caso, como ya dije en mi primera entrada, en mi casa no había libros. Es más, nadie leía, no había tiempo. Comencé a visitar una pequeña librería de mi pueblo, me quedaba parada frente a sus anaqueles sin saber muy bien qué libro escoger, por dónde empezar. No me avergüenza reconocer que comencé leyendo novelas de la colección Harlequín o similares. Leía todo lo que caía en mis manos, novelas de las que hacía poco habían estrenado una película y que me parecían interesantes. Llegué a leer La tapadera de John Grisham hasta tres veces un verano. Viven me impactó por tratarse de una historia real y también la releía una y otra vez. Forrest Gump, Acoso, Philadelphia, ect. Todos ellos estrenos de los años 90, la década de mi adolescencia. 
    Recuerdo que cursaba Bachillerato cuando un periódico nacional publicó una gran colección de los clásicos del siglo XX. ¡Ay! ésa fue la puerta mágica. Ésa, la asignatura optativa de Literatura Universal, la Biblioteca Municipal y una inspiradora profesora de Literatura hicieron el resto. Así, comencé mi "educación" literaria y mi primera estantería en casa. Luego llegaría la Universidad, pero ése es otro capítulo.
    El primer libro que leí de esa colección fue Don Quijote de la Mancha. No hay más que añadir. 


¿Por qué con las tapas amarillas?

Los recuerdos son sustantivos no contables 


al igual que el aire o la arena. De este modo, hay episodios de nuestra vida que recordamos con inquietante nitidez y otros que, por el contrario, se pierden, se escurren. El recuerdo del libro que me hizo amar la lectura pertenece a los del primer grupo. Bueno, si he de ser totalmente sincera, el recuerdo no es tan nítido como para ser inquietante. Sólo consigo recordar que las tapas eran amarillas y que la protagonista era una niña. Nada más. O tal vez, eso sea lo más importante. Recuerdo volver del colegio con aquel libro en mi mochila y sentarme una mañana de sábado en "el cemento", que era como llamábamos en mi antigua casa a la entrada que mi madre siempre tenía llena de macetas con flores. Una casa de campo, rodeada de montes dispuestos siempre para la siembra. Una niña que cerró aquel recién descubierto tesoro y pensó "Cada vez que abra un libro encontraré una historia y a unos personajes y eso nunca se acabará". Ese sencillo pensamiento lo significó todo, fue la llave que me mostró lo infinito y empecé a soñar con estanterías repletas de libros y más libros, porque en mi casa, por aquel entonces, no había ninguno. Una casa de campo, de personas que trabajan la tierra para comer, de sol a sol, y donde los niños nunca eran niños. Yo tuve suerte. Nací en los 80, nací la última de seis.  Hasta hace unos años, creía que era un bicho raro en mi familia, que mi pasión por los libros había brotado sin más. Pero estaba equivocada. La semilla existía. Unos años antes de morir, mi padre me contó cómo su madre devoraba las historias que caían en sus manos, cómo al caer la tarde le gustaba leer en voz alta a todo aquel, que tras una dura jornada de trabajo, quisiera evadirse oyéndola descifrar ese enigma de letras a aquellas personas que iban gastando la vida a golpe de soleta y que nunca tuvieron la oportunidad ni la suerte de aprender a leer. Nunca conocí a mi abuela, me hubiera encantado, pero compartimos el nombre y el amor por las historias. 
Por eso las tapas, como el sol o el trigo, son amarillas.