lunes, 27 de junio de 2016

Libros que me han marcado (I)

         
     El principal problema con el que me encuentro al empezar a escribir este blog son todos los libros que ya he leído y que son formidables. ¿Es posible escribir una reseña de cada uno de ellos?¿Los leo de nuevo? (tarea inconmensurable dicho sea de paso, aunque hay bastantes que tengo intención de releer si el tiempo es benevolente conmigo) A lo que iba, me resulta inconcebible no dedicar ninguna entrada a ESAS lecturas que han sido tan importantes para mí, que han conformado mi humilde universo literario. De este modo, he tomado la decisión de ir hablando poco a poco de esos libros de los que guardo un grato recuerdo lector. Lo iré haciendo poco a poco, desgranándolos con sumo cuidado de mi memoria y sin embargo, son tantos los que se quedarán atrás. 
     Dicen que un lector se hace por contagio, una casa llena de libros y unos padres lectores inducen más fácilmente a un niño a perderse entre las páginas de un cuento. Fijaos si no en el grandísimo Borges, que se enorgullecía más por los libros leídos que por los escritos. No fue ese mi caso, como ya dije en mi primera entrada, en mi casa no había libros. Es más, nadie leía, no había tiempo. Comencé a visitar una pequeña librería de mi pueblo, me quedaba parada frente a sus anaqueles sin saber muy bien qué libro escoger, por dónde empezar. No me avergüenza reconocer que comencé leyendo novelas de la colección Harlequín o similares. Leía todo lo que caía en mis manos, novelas de las que hacía poco habían estrenado una película y que me parecían interesantes. Llegué a leer La tapadera de John Grisham hasta tres veces un verano. Viven me impactó por tratarse de una historia real y también la releía una y otra vez. Forrest Gump, Acoso, Philadelphia, ect. Todos ellos estrenos de los años 90, la década de mi adolescencia. 
    Recuerdo que cursaba Bachillerato cuando un periódico nacional publicó una gran colección de los clásicos del siglo XX. ¡Ay! ésa fue la puerta mágica. Ésa, la asignatura optativa de Literatura Universal, la Biblioteca Municipal y una inspiradora profesora de Literatura hicieron el resto. Así, comencé mi "educación" literaria y mi primera estantería en casa. Luego llegaría la Universidad, pero ése es otro capítulo.
    El primer libro que leí de esa colección fue Don Quijote de la Mancha. No hay más que añadir. 


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