Aunque suene a queja he de admitir que es otra de las muchas cosas que me fascinan de los libros. Te abren el universo.
Documentándome un poco para escribir mi reseña sobre los libros de la colección Wonder de R. J. Palacio de pronto me topo con los premios con los que tales libros han sido galardonados. El primero de ellos, la Medalla Carnegie creada en 1936 en memoria del escocés Andrew Carnegie. Entonces, en mi mente de salamanquesa (de las que abundaban en el cortijo donde me crié) comienza a inquietarse. ¿Quién sería este señor?, ¿por qué esta medalla lleva su nombre?, ¿qué hizo?... Y a partir de ahí, del mismo modo que la salamanquesa recorre los tejados buscando insectos, yo me metí en Google y empecé la aventura. Ya podréis adivinar que lo que descubrí fue lo suficientemente poderoso como para dedicarle esta entrada. Sí, lo que averigüé sobre este tal Andrew no es poca cosa. Sobre todo, me conmovió por dos motivos: por lo que supusieron los libros en su vida y por su capacidad de hacerse a sí mismo desde la pobreza absoluta hasta llegar a convertirse (agarraos a la silla o a al palo de la sombrilla) en la segunda persona más rica de la historia, según la revista Forbes.
A. Carneige hizo fortuna gracias al acero. Aunque nace en Escocia en 1835, con unos 12 años emigra con sus padres a los Estados Unidos. Desde su llegada al país de las oportunidades el jovencísimo Carneige ya comienza a trabajar como chico de la bobina en una fábrica de tejidos o como telegrafista. Será en este último donde Andrew descubra el teatro, y es que se las apañaba para hacer entrega de los telegramas justo a la hora de levantar el telón, ¡ay, pícaro!
Pero yo necesitaba entender por qué se le concede anualmente la medalla que lleva su nombre al mejor libro escrito en inglés para niños y jóvenes y por qué parte del premio que se le otorga al ganador ha de ser destinado a la compra de libros que posteriormente éste tendrá que donar a la biblioteca que prefiera. Grandes escritores como C.S. Lewis, Neil Gaiman o Terry Pratchett son algunos de los galardonados con este premio. En 2013 esta medalla se le concedió a R.J.Palacio por su novela La lección de August (el leitmotiv de todo por si lo habíais olvidado)
Carnegie Medal |
He aquí la razón. Había un tal coronel James Anderson quien poseía una biblioteca con unos mil volúmenes. Dicho coronel, cada sábado por la mañana, abría su biblioteca, o el universo, a los niños obreros de su ciudad. Ya habréis adivinado quién no solía faltar a su cita. Sí, nuestro joven Andrew.
He tomado la decisión de escribir sobre él porque considero que se lo merece. Fue una persona capaz de hacerse a sí misma tanto económica como intelectual y culturalmente. Fue el mismo que manifestó que " If ever wealth came to me that it should be used to establish free libraries.",y oye, parece que lo cumplió.
Carnegie Library |
Si hay alguien en este nuestro mundo que fomente que un libro llegue a cualquier niño, a mi parecer, debe ser conocida su labor. O al menos, esa es mi convicción.
Entre 1883 y 1929 un total de 2.509 bibliotecas fueron construidas con el dinero donado por A. Carnegie no sólo en Estados Unidos, sino también en Reino Unido, Irlanda, Canadá, Australia, Sudáfrica, Nueva Zelanda, Serbia, o en islas del mar Caribe.
Andrew Carnegie murió a los 83 años. Descansa su alma en el cementerio de Sleepy Hollow en Nueva York. Sí, el Sleepy Hollow de la leyenda de Washington Irving. Caprichos de la literatura o de la vida. O de las dos.
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